La luna brilla haciéndome partícipe de su magia
volteando al mundo como reloj de arena.
La luna hace rugir al mar que la mira
se agolpa, brama, choca, llora.
Hace aullar a los perros que la miran,
todos la miramos para perderos,
para encontrarnos.
I
Anio es un lugar situado en la costa de Michoacán.
II
De nuevo en mis ojos su rostro moreno,
agazapado.
III
Él escucha caer agua por mi cuerpo desnudo.
IV
La tarde con sus sombras anula la posibilidad de atisbarlo.
V
Me envuelvo en una toalla, camino descalza por la arena
hasta encontrarme con Anio recargado en una pequeña barda.
VI
Entro a secarme y escucho su respiración secándome con cada
palabra, secándome con cada respiro.
VII
Desde el lugar en que se encuentra, y con la luz de un
quinqué, puede observar parte del ritual que le comparto con lentitud.
VIII
Platica.
IX
Sigue platicando.
X
Observa.
XI
Viene todas las noches, aun cuando no lo hace, sé lo que
está aquí.
XII
Vive a una casa de distancia, puedo intuir su rostro nativo
hurgando entre la noche, escuchando el tecleo de la máquina de escribir.
XIII
Anio me mira desde una hamaca, el vaivén de su cuerpo es
viento que refresca.
XIV
Observo en silencio el cielo, Anio me pide que apague la luz
para que pueda observar las estrellas.
XVI
Caminamos, el mar levanta su voz húmeda en medio de la
noche.
XVII
Las tortugas marinas dejan huella de su estancia en la
arena.
XVIII
En esas trincheras tan llenas de calor nos sentemos frente
al mar.
XIX
Puedo ver cuan desnudo es Anio.
XX
Puedo sentir como su enorme cuerpo se desliza, me penetra.
XXI
Alcanzo a tocar las estrellas en las espaldas anchas y
morenas de Anio, en sus brazos que son aletas escarbando entre la arena.
XXII
Nuestro leguaje es de susurros, de agonía.
XXIII
Anio es como el mar, acarició su orilla, espero a que crezca
su oleaje, que llegue hasta mí y vaya trepando por mis pies hasta empaparme
toda.
XXIV
Me encuentro tan desnuda, tan primitiva descubriendo todo
que quiero morirme en Anio, en sus labios de pescador.
XXV
De nuevo en mis ojos su rostro moreno,
agazapado.
Margarita Vázquez Díaz
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