I
El monstruo despertaba
se apoderaba de almas distraídas
las confinaba en una celda.
Silenciosas
alejadas las almas de los cuerpos
se envilecían
se llenaban de negros presagios
los desataban a su alrededor
eran su propio monstruo
oscuro
macilento
tenebroso terrible.
II
He visto
como las almas atrapan la paz en sus tormentos
como cobran vida sus rostros muertos
como recobra su movimiento el cuerpo.
Margarita Vázquez Díaz